Tras hablaros de las virtudes de la ciudad de Galway, no podíamos dejar de contaros las maravillas que esconde el resto del condado. Y es que, sin duda, Galway se ha consolidado como uno de nuestros imprescindibles de Irlanda. ¿Queréis saber por qué? Entonces acompañadnos en esta ruta por la región de Connemara.
Oscar Wilde alabó la “belleza salvaje” de Connemara y después de visitarla entenderéis el porqué. La región de Connemara es una de las zonas que mejor conservan la esencia de Irlanda y como prueba de ello se encuentra entre las pocas zonas del país en las que está extendido el uso del gaélico hablado. Este tipo de regiones se denominan Gaeltacht, y Connemara es sólo una de ellas, como también lo son Dingle, el norte de Mayo o gran parte del condado de Donegal.
La zona de habla gaélica, y nuestra ruta, comienza en Spiddal (1). Este pueblo costero, lejos de ser una parada imprescindible, es el indicador de que estamos recorriendo la Wild Atlantic Way. Os hemos mencionado esta ruta en otras ocasiones y es que jamás nos cansaremos de recomendarla. En el blog tendréis información detallada de la ruta y consejos para recorrerla muy pronto.

Como nosotros contábamos con un tiempo limitado para este viaje, no nos ceñimos a la carretera de la costa sino que fuimos alternándola con carreteras de interior. Así fue cómo llegamos a un punto en el que, a pesar de no haber pasado nada, se acumulaban los coches aparcados. Junto a un lago se levanta la estatua del Gigante de Connemara (2), una escultura creada “sin motivo aparente” en un lugar en el que, en 1897, no pasó nada. Sí, lo sabemos, no suena a parada imprescindible pero esta broma tan ingeniosa podría ser considerada la “entrada no oficial a Connemara”.


Desde aquí atravesamos un paisaje salpicado de lagos y con los Twelve Bens siempre presentes a nuestra derecha para llegar al pueblo de Clifden (3). Este pueblo costero es conocido como “la capital de Connemara” y constituye una buena opción para pasar la noche si decidís alargar el viaje.

A pesar de que Clifden sólo cuenta con 200 años de historia, cerca de este pueblo han sucedido varios eventos interesantes. Desde la estación de Guillermo Marconi, creada en 1907, se transmitieron el primer mensaje comercial transatlántico inalámbrico del mundo. Esa misma estación también estuvo relacionada con otra primera vez: el primer vuelo transatlántico sin paradas. Esta hazaña se produjo en 1919, aunque en esa ocasión el desenlace fue un poco accidentado. El avión en cuestión acabo estrellándose en el pantano, pero Clifden volvió a pasar a la historia y lo hizo sin víctimas mortales. Podéis visitar ambos lugares haciendo la ruta circular de Derrigimlagh.

Desde Clifden también comienza una de las carreteras más bonitas que hemos podido conducir en Irlanda: la Sky Road (4). Sólo hay que fijarse en las vistas para entender porque el han dado este nombre a la ruta, aunque la historia cuenta que cuando los primeros turistas preguntaron a los lugareños hacía donde llevaba esa carretera, estos respondieron: “hacía el cielo”.

Después de casi tocar el cielo en la Sky Road tocaba adentrarse en el Parque Nacional de Connemara (5). Desde el centro de visitantes se pueden realizar diferentes rutas circulares que ascienden la denominada Diamond Hill. Nosotros realizamos una de las rutas más cortas, de tan sólo 1,5 km, pero si contáis con tiempo lo mejor es realizar la ruta de 3,7 km y llegar a la cima de la montaña.

A pesar de nuestros intentos por ahorrar tiempo, llegamos a la siguiente parada justo cuando estaban cerrando. Así que sí, dejamos para el final uno de los grandes imprescindibles de la zona y nos quedamos a las puertas de la Abadía de Kylemore (6). Por suerte, y cómo la zona nos gustó tanto, no hemos tardado tanto en tomarnos la revancha y pudimos visitar la abadía y los jardines en nuestro segundo viaje por Connemara.

La Abadía de Kylemore esconde una historia de amor que algunos han tendido a comparar con la del Taj Mahal. La historia de amor cuenta que el empresario inglés Mitchell Henry construyó esta abadía para su esposa después de que el matrimonio pasase en la zona su luna de miel. Por desgracia, si lo comparan con el Taj Mahal es porque la historia tiene un punto trágico y es que, sólo tres años después de que se concluyeran las obras, Margaret, la esposa de Mitchell, falleció. Su marido, devastado, enterró a su mujer en un mausoleo en el bosque, donde después descansarían también sus restos. Tras todo esto, la abadía ha sido utilizada como convento benedictino y como escuela.
La entrada a Kylemore cuesta unos 15€ por persona e incluye la visita al interior de la abadía, la iglesia neogótica y el mausoleo, así como la entrada a los jardines amurallados.

A pesar de que llegamos a esta última parada cuando ya estaba cerrando, eso no significa que este fuera el final de nuestra ruta. A partir de mayo se empieza a notar como se van alargando los días y aún pudimos seguir sumando kilómetros por la región de Connemara recorriendo el Valle del Lough Inagh (7).

Nosotros recorrimos este valle en dirección sur ya que era el final de nuestra escapada, pero si contáis con más días os recomendamos seguir hacia Leenane. Cerca de este pueblo se halla el puerto de Killary (8), a menudo considerado como el único fiordo de Irlanda. Pero este puerto ya no pertenece al condado de Galway, por lo que la cuestión de que sea o no un fiordo lo dejamos para otro artículo.

Y hasta aquí nuestra ruta por la región de Connemara. Como veis la región tiene mucho que ofrecer y nosotros no hemos dudado en repetir la ruta una segunda vez, ¿la repetiremos una tercera?
Que maravilla de lugar… qué recuerdos y que ganas de volver. Gracias por tus consejos. Me has hecho viajar con la mente ( algo incluso más importante que darme ideas para mi próximo viaje allí, cosa que hace pasar un post de simplemente útil a especialmente único.)
Gracias
Gracias Raquel! Me alegro mucho de que te haya gustado el post y de que te haya transportado al lugar y traído tantos recuerdos. Un beso enorme, 😘