Qué ver en Budapest: dos días en Pest

Después de pasar un día subiendo y bajando cuestas en Buda, llega el momento de dedicar un día (o mejor dos) a la gran llanura que ocupa Pest. Pero, cuidado, que no es sólo en la geomorfología en lo que se diferencian estas dos ciudades, ¿queréis descubrir la otra cara de Budapest? Pues atentos a todo lo que no os podéis perder a este lado del Danubio.

Mapa con la ruta señalada

Nuestra ruta por Pest comienza con la visita al monumento más famoso de la ciudad: el Parlamento de Budapest (1). Esta maravilla arquitectónica debía estar lista para ser inaugurada en el año 1896, coincidiendo con la celebración del primer milenio del país. Si bien la inauguración fue posible para la fecha prevista, las obras del edificio no se concluyeron hasta 1902 y tuvieron como resultado la creación del Parlamento más grande del mundo. Lástima que con los años se acabaran de construir dos edificios que lo relegaron a una tercera posición: el Parlamento de Bucarest y el de Buenos Aires (¿no os parece curioso que las tres ciudades empiecen por la misma sílaba? ¿o son chorradas mías?).

Vista del edificio desde el lado opuesto al Danubio

El edificio del Parlamento de Budapest es inconfundible

La visita al Parlamento sólo se puede realizar mediante visita guiada y es muy recomendable reservarla con antelación. La entrada incluye la visita a la escalera principal, la Sala de la Cúpula y la Antigua Cámara Alta.

Gran escalera de entrada principal al Parlamento con su alfombra roja y todas las decoraciones de oro

Esta entrada es sólo para Very Important People

Tras visitar el Parlamento, nos acercamos al Danubio en busca de uno de los monumentos más tristes de la ciudad: el Monumento de los Zapatos (2). Entre diciembre de 1944 y enero de 1945, 20.000 judíos fueron ejecutados a orillas del Danubio. Una vez junto al río, los agentes del Partido de la Cruz Flechada, les hacían descalzarse antes de dispararles y dejar caer sus cuerpos al río. Hoy, y desde 2005, 60 pares de zapatos de metal conmemoran a estas víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Pares de zapatos a la orilla del Danubio y de fondo el Puente de las Cadenas y el Castillo de Buda

Un monumento para reflexionar

Callejeando por la ciudad encontraréis otros muchos monumentos o estatuas conmemorando diferentes eventos o personalidades de la historia contemporánea húngara. Eso sí, no todas estas personalidades tienen nombre y apellidos, como es el caso de la estatua del policía regordete (3). Pasar por delante de esta estatua no sólo es importante porque esté de camino a nuestra siguiente parada, sino porque, si lo que cuentan es verdad, tocarle la barriga es imprescindible. Ahora quizás os preguntáis, ¿será de estos rituales que hay que hacer para volver a la ciudad?, ¿nos traerá suerte en el amor?… Pues no, es algo mucho mejor. Si le tocáis la “barriguita” ¡¡no engordaréis!! (y teniendo en cuenta cómo es la gastronomía húngara, esto os va a ser de lo más útil en este viaje).

Cumplido el ritual, nos dirigimos a la siguiente parada: la Basílica de San Esteban (4). Este edificio es el segundo templo más grande de Hungría (os hablaremos del primero en otra entrada) y, tanto él como el Parlamento, son los dos edificios más altos de la ciudad con sus 96 metros de altura (ya os adelanto que no es casualidad que sean 96 y que el año de fundación del país sea el 896). Aunque entrar en la Iglesia es gratis, junto a la puerta os encontraréis a un señor con cara de que el donativo no es tan voluntario como parece. Lo que sí que cuesta dinero es subir a la cúpula, concretamente unos 500 HUF. Os dejo foto para que juzguéis por vosotros mismos si las vistas los valen.

Se ve una de las torres de la Basilica y las vistas hacía el lado del Parlamento

Vistas del Parlamento desde la Basílica de San Esteban

Hablemos ahora de San Esteban, un santo que poco tiene que ver con aquel por el que el 26 de diciembre se comen canelones en Cataluña. En realidad, al que nos referimos aquí es al rey Esteban I de Hungría. Esteban I es considerado como el primer rey del país y a él le debemos la expansión del cristianismo entre el pueblo húngaro, pero seamos sinceros, eso no te llega para que te hagan santo. Para canonizar a este rey hicieron falta varios milagros y entre ellos se cuenta la historia de la Santa Diestra.

Según la leyenda, cuando exhumaron el cadáver del monarca para canonizarlo se encontraron su brazo derecho en perfecto estado y desde entonces se venera esa mano, a la que se le atribuyen diferentes propiedades milagrosas. Actualmente, la Santa Diestra descansa dentro de la propia Basílica de San Esteban y cada 20 de agosto sale en procesión por la ciudad.

Y de un rey, pasamos a hablar de una princesita: la Princesita de Budapest (5). Esta es una de mis estatuas favoritas de Budapest y, aunque no nos ayudará a mantener la figura, también nos traerá suerte si le frotamos las rodillas. Como curiosidad os contaremos que la estatua fue creada por Lászlo Marton inspirándose en su hija mayor, pero esta estatua sólo medía 50 cm. Como veréis, la estatua actual es bastante más grande, mientras que la original la tiene la Galería Nacional Húngara (aunque yo os confieso que no la vi cuando visité este museo).

Estatua de una niña con una corona de cartón sentada sobre la barandilla. Al fondo se ve el Castillo de Buda

La princesita y el Castillo de Buda: una de mis postales favoritas de Budapest

Cerca de esta estatua nos encontramos el principio (o el final, depende de cómo lo queráis ver) de la Calle Váci o Váci Utca (6) en húngaro. Esta es, junto con la Avenida Andrassy, una de las calles más importantes de la ciudad. La calle es peatonal, por lo que se trata de un paseo muy agradable incluso para aquellos que no disfruten de las tiendas.

Al final de esta calle nos encontramos con el Mercado Central (7), el mercado cubierto más grande de la ciudad y una parada obligada para los amantes de este tipo de sitios.  Se trata de un mercado del siglo XIX, aunque tras la Segunda Guerra Mundial tuvo que ser restaurado debido a los graves daños que sufrió durante la contienda. En este mercado, aparte de las paraditas habituales, podéis encontrar toda una serie de puestos de venta de recuerdos, así como paraditas de comida. Os recomendamos que probéis aquí los langos si aún no lo habéis hecho, aunque os avisamos que es de las comidas más grasas que hemos probado.

Planta baja del mercado con puestos de comida a los lados y las luces de Navidad colgadas del techo.

Como nosotros fuimos en Navidad el Mercado estaba decorado con cientos de luces

Desde aquí nos dirigimos al barrio judío, pero de camino nos encontraremos un museo que, si bien no recomendamos especialmente, os puede interesar: el Museo Nacional de Hungría (8). Personalmente, nosotros preferimos recomendar el Museo de Historia de Budapest que se encuentra en el Castillo de Buda, aunque la colección del Museo Nacional es más llamativa. Sin embargo, este museo peca, como muchos otros de este estilo, de ser muy tradicional, por lo que puede hacerse pesado.

Nos daremos cuenta enseguida de que hemos llegado al barrio judío cuando nos choquemos de bruces con la Gran Sinagoga (9) o Sinagoga Dohány, literalmente Sinagoga del Tabaco. Este templo es la segunda sinagoga más grande del mundo, sólo superada por la de Jerusalén, pero no sólo tenéis que visitarla por su tamaño sino por toda la historia que alberga.

El edificio es muy grande y tiene dos torres coronadas por esferas negras

Os daréis cuenta enseguida de que habéis llegado a la Gran Sinagoga

Dentro del recinto de la sinagoga se encuentra el cementerio judío y el parque memorial del Holocausto Raoul Wallenberg en el que se alza un sauce llorón metálico en cuyas hojas se encuentran inscritos los nombres de los judíos húngaros asesinados por los nazis. En cuanto al cementerio, su mera presencia en el recinto viola las tradiciones judías, pero el hecho de que, durante la Segunda Guerra Mundial, la sinagoga formara parte del gueto judío forzó la creación de este espacio de sepultura. La entrada al recinto cuesta 3.000 HUF (un poco menos de 10€) e incluye la visita guiada en español, que os recomiendo encarecidamente que hagáis.

Gran Sauce Llorón de metal

El Sauce Llorón del jardín trasero del templo

Hasta ahora no hemos hablado mucho de los tempos, pero calculo que si os estáis regodeando en los detalles (como debe ser), quizás es el momento de proponeros una buena forma de acabar el primer día en Pest. Y es que el barrio judío, es el barrio ideal para acabar con un paseo, una buena cena y un poco de fiesta. ¿Dónde? En los bares ruina. Este tipo de bares se ubican en edificios semi-abandonados y tienen una estética bastante peculiar. Si bien estos bares se merecerían un post completo, aquí nos centraremos en recomendaros sólo uno (y ya en el futuro se verá si ampliamos la información), concretamente el primero de ellos: el Szimpla Kert (10).  Y si queréis cenar en un ambiente diferente, justo al lado está el Street Food Karavan, donde podéis encontrar Food Trucks con comidas de todo tipo, incluida la variante vegana del goulash.

El goulash está servido en un bollo de pan y lleva zanahorias, patatas....

La oferta vegana en este sitio es muy amplia (y esta deliciosa)

Si nos hemos equivocado por completo con los tempos y habéis llegado al Szimpla Kert para la hora de la comida no os preocupéis que aún queda ciudad por ver. Y si hemos acertado y llegáis al barrio judío con ganas de la última cervecita del día, no os olvidéis de cargar bien las pilas para lo que queda.

Después de callejear buscando los tesoros que esconde el barrio judío, toca recorrer otra de las calles más importantes de Budapest: la Avenida Andrassy (11). Esta calle fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2002, aunque os adelanto que recorrerla entera a pie no es tan agradable como puede hacer creer esta denominación. La avenida une la plaza Erzsébet con la Plaza de los Héroes, lo que nos deja unos casi 3 km. de paseo (que vale que las fachadas son bonitas, pero después del kilómetro uno a mi todas me parecían iguales). Y aquí es donde viene la gran noticia, la línea 1 de metro discurre por debajo de la avenida y es una atracción que no os podéis perder. Pero recorramos un poco la Avenida antes de bajar a sus profundidades.

El primero de los edificios sobre el que queremos que fijéis vuestra atención es el de la Ópera de Budapest (12). Este edificio, de estilo neorenacentista, fue construido en el siglo XIX y dicha construcción fue financiada por, ni más ni menos, que el emperador Francisco José I de Austria. Eso sí, no es de extrañar que por muy emperador del imperio Austro-húngaro que fuera, Francisco no olvidara sus raíces y pusiera como condición que el edificio no fuese más grande que la Ópera de Viena (la tierra tira…).

Desde aquí podemos pasear hasta el número 60 de la Avenida Andrassy: la Casa del Terror o Terror Haza (13). Esta casa tuvo un papel clave en los trágicos hechos acontecidos en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial (como sede del Partido de la Cruz Flechada) y durante la posterior ocupación soviética (cuando estaba ocupada por las oficinas de la AVH, la policía secreta húngara). Hoy en día, el edificio se ha convertido en un museo de visita obligada si os interesa este periodo de la historia, por lo que, en lugar de seguiros hablando de él, os recomendamos que dediquéis un rato a descubrirlo por el módico precio de 3000 HUF.

Tras salir del museo podemos entrar en el metro en la estación de Vörösmarty utca. El metro de Budapest es considerado como uno de los más antiguos del mundo, concretamente el segundo más antiguo después del metro de Londres. La Línea 1 también es conocida como Subterráneo Milenario, por haber sido inaugurada en 1896, año en el que se celebraba el primer milenio de la formación de Hungría. La línea original iba desde esta misma parada hasta los baños Széchenyi. A parte de su importancia histórica (y de que nos ahorrará un buen paseo), el motivo principal por el que vale la pena recorrer está línea es porque las diferentes estaciones aún conservan la estética que tenían en el siglo XIX.

Los azulejos y los muebles de madera le otorgan la estética del siglo XIX

La estación Hösök Tere, última parada de nuestro atajo en el Subterráneo Milenario

De nuevo en la superficie, nuestra siguiente parada es la Plaza de los Héroes (14), una de las plazas más icónicas de la ciudad. En el centro de la plaza encontraremos el Memorial del Milenio, en el que están representados los líderes de las siete tribus magiares que fundaron Hungría, así como otros personajes representativos de la historia del país, como el rey Esteban I o Matías Corvino, de los que ya hemos hablado alguna vez.

En torno a la columna central se ven los 7 jefes tribales a caballo

Los líderes de las tribus magiares a caballo

Cruzando la plaza nos adentraremos en el Parque Városliget, donde acabaremos nuestra ruta con dos paradas más: la visita al Castillo Vajdahunyad y un baño en el Balneario Széchenyi.

El Castillo Vajdahunyad (15) se construyó de forma temporal para la exposición de 1896 copiando a un castillo homónimo existente en Transilvania. Esta construcción, inicialmente, de madera y cartón, causó tal furor que no tardaron en reconstruirlo en piedra. Actualmente, el interior del castillo acoge el Museo de Agricultura, aunque pasear por el patio de la construcción es gratuito.

En este patio se encuentra, además, la escultura que completa nuestro trío de “estatuas que frotar en Budapest”. Se trata de la escultura de Anónimo, pero no del mismo Anónimo que escribió el Lazarillo de Tormes, sino de uno húngaro al que debemos la crónica Gesta Hungarorum, el primer libro de historia de Hungría. Pero pasemos a qué frotar, que seguro que es lo que más os interesa. En este caso, hay que frotar la pluma que lleva el autor en su mano y a cambio nos transmitirá un poco de sus habilidades literarias (¿habéis notado alguna mejora en las mías en los últimos posts?).

En la escultura el señor aparece sentado vistiendo capa. Es un poco siniestra de noche

Así de noche la verdad es que más que un autor anónimo parece una parca

Y ahora sí que sí, llegamos al final de nuestra ruta con un más que merecido premio: un baño en el Balneario Széchenyi (16). Budapest tiene el título de Ciudad de los Balnearios, por lo que no es de extrañar que disponga de más de 100 manantiales repartidos por toda la ciudad. Y sí, habiendo más de 100 manantiales, resulta que todos acabamos yendo al mismo: al Széchenyi. Quizás no sea lo más original del mundo, pero es que este balneario bien vale el comportarnos como borreguitos un rato, sobre todo por sus piscinas exteriores. La sensación de estar a temperaturas bajo cero y entrar en una piscina a más de 30º C es difícil de describir, pero totalmente recomendable.

El edificio del balneario por fuera

Como olvidamos llevar la cámara deportiva sólo tenemos foto del exterior

Y así fue como después de dos días recorriendo este lado del Danubio, acabamos la ruta más descansados que antes de empezarla. ¿Se os ocurre una mejor manera de acabar una visita a Budapest?