Una ruta por el centro histórico de Gdansk

Os engañaríamos si empezáramos este post diciéndoos que teníamos muchas ganas de visitar Gdansk, “la capital del ámbar”; o que no imaginábamos un sitio mejor por el que empezar nuestro viaje por Polonia que “la ciudad libre de Danzig”. Os mentiríamos incluso si os dijéramos que la teníamos en la lista de pendientes, porque la realidad es que descubrimos la existencia de Gdansk por casualidad. Y bendita casualidad porque después de conocerla no podríamos concebir un viaje por Polonia sin ella (o al menos un viaje de dos semanas, porque la verdad es que, para menos tiempo, quizás pilla un poco a desmano).

Sería imposible resumir la historia de esta ciudad en un post en el que, además, quiera enseñarnos una ruta por el centro. Así que, en lugar de intentarlo iremos desgranándola parada a parada.

Sin más preámbulos, comencemos nuestro recorrido por el lugar más lógico, la Puerta Alta (1) o, en polaco, Brama Wyzynna (vamos a aprender mucho polaco en estas entradas). Esta puerta fue, en el pasado, la entrada principal a la ciudad, de ahí que tenga una decoración tan cuidada, pero actualmente acoge la Oficina de Información Turística, por lo que es doblemente útil como inicio de ruta.

UNA DECORACIÓN DIGNA DE LA ENTRADA PRINCIPAL DE LA CIUDAD

Tras cruzar la Puerta Alta (y hacernos con un mapa de la ciudad) nos encontramos con la Antepuerta, también conocida como la Casa de Torturas. Esta antigua prisión acoge, en la actualidad, el Museo del Ámbar (2), lo que nos lleva a daros la primera pincelada de historia sobre la ciudad. Una de las mayores zonas de extracción del ámbar es el mar Báltico y ¿a qué no adivináis que ciudad tenía acceso al Báltico y, además, contaba con grandes artesanos del ámbar? Exacto, ¡Helsinki! No, es broma, es Gdansk. Así que, por lo tanto, tenemos el “oro del norte” u “oro del Báltico” y gente que hace maravillas con este material, ¿cómo no se iba a convertir en la capital mundial del ámbar? Si queréis conocer más sobre el ámbar y ver piezas destacadas, esta parada es el lugar ideal para hacerlo, pero si lo que queréis es ir de joyerías sigamos andando.

A través de la Puerta Dorada o Złota Brama, entraremos en la calle principal de Gdansk: la Calle Larga o Ulica Długla (3). En esta calle se suceden varios de los edificios más importantes de la ciudad, pero es su ambiente y sus hermosas fachadas las que os enamorarán. En esta calle también podréis encontrar muchos de los llamados “kantor”, casas de cambios en las que haceros con la moneda local: el zloty.

ULICA DLUGLA Y EL AYUNTAMIENTO AL FONDO

EL PRIMER TRAMO DE LA CALLE LARGA VISTA DESDE EL AYUNTAMIENTO

Nuestra primera parada en esta calle es el antiguo Ayuntamiento (4), hoy en día acondicionado como museo. Nosotros pagamos la entrada conjunta para entrar al museo y subir a la torre, pero en nuestra opinión podéis ahorraros la torre (no os preocupéis que tenemos una alternativa mejor, pero ya llegaremos a ella).  Por su parte, la entrada al museo os permitirá ver las salas del ayuntamiento, cuya decoración demuestran la riqueza y el poder que tuvo la ciudad durante la Edad Media. Un ejemplo de ello es la Gran Sala del Consejo o Sala Roja, una sala cuyo techo, obra de Izaak van den Blocke, muestra una de las pinturas más destacadas de la ciudad: La Apoteosis de Gdansk.

LA APOTEOSIS DE GDANSK ES EL CUADRO ESTRELLA DE LA CIUDAD

A los pies del Ayuntamiento se halla la Fuente de Neptuno (5). Ahora bien, antes o después de que le saquéis mil fotos, atentos a la leyenda que hay sobre la fuente. Se cuenta que, tras la inauguración de la fuente, los habitantes de Gdansk comenzaron a lanzar monedas de oro al agua, lo que no hizo ninguna gracia al dios Neptuno. Tal fue su cabreo que golpeó el agua con su tridente rompiendo las monedas en pepitas de oro y dando lugar a una bebida típica de Gdansk: el Goldvasser, un licor que se caracteriza por contener virutas de oro en su interior.

LA FUENTE DE NEPTUNO CON LA CASA DE ARTUS DETRÁS

Justo detrás de la fuente se encuentra la Casa Señorial de Artus o, en polaco, Dwór Artusa (6). Este tipo de casas, que también encontraremos en otras ciudades (como Torun, otra de las paradas de este viaje) eran sedes donde se reunían el patriciado local y los terratenientes de la zona, vamos: la gente de postín. De su interior, ricamente decorado, destaca una estufa. Sí, sí, una estufa, concretamente la estufa renacentista más grande de Europa. Pero no nos engañemos, la gente de postín no sólo buscaba que la decoración fuese suntuosa, también tenían sentido del humor. Por eso, si os colocáis en la base de la estufa e intentáis medirla con los brazos de lado a lado acabaréis besando el culo de la figura de Till Eulenspiegel, un personaje legendario que se dedicaba a burlarse de los vanidosos.

LA ESTUFA DE AZULEJOS MÁS GRANDE DE EUROPA

ESTO ES LO QUE BESARÍAS SI INTENTARÁS MEDIR LA ESTUFA CON LOS BRAZOS

Sigamos nuestro camino hasta el final de la calle Długla, hasta la Puerta Verde o Zielona Brama (7). Si buscáis el tono verde en la puerta, os aviso que lo vais a tener un poco complicado porque su nombre no hace referencia a la puerta en sí, sino al puente que hay detrás. Uno de los mayores encantos de esta puerta, al menos para nosotros, es la acústica de sus arcos, motivo por el que vale la pena detenerse un rato a deleitarse con el talento de alguno de los músicos callejeros que encontraréis por aquí.

VISTAS DEL MOTLAWA DESDE EL PUENTE VERDE

Una vez al otro lado de la puerta nos encontraremos con el río Motlawa. El paseo por esta ribera es muy agradable, pero en esta ocasión nos desviaremos pronto porque, si no recuerdo mal, os prometí joyerías. La calle Mariacka (8) es otra de las calles más pintorescas de Gdansk y, aunque me encantaría deciros que es por las fachadas de las casas y por sus gárgolas, realmente lo que más llama la atención de esta calle son los puestos que venden ámbar. Si tenéis pensado comprarle a alguien una joya de ámbar (y con alguien incluyo los auto-regalos), esta es vuestra calle. Si no, sigamos porque hay más por ver.

A ambos lados de la calle iros fijando en las gárgolas que decoran la entrada de las casas. Encontraréis leones, dragones y otras criaturas por toda la ciudad, pero sobre todo en esta calle. Estas gárgolas tenían una finalidad práctica, ya que servían para canalizar el agua, pero a día de hoy podéis sacaros fotos debajo de ellas sin miedo a que, de repente, os “vomiten” encima, ya que han quedado para uso meramente decorativo.

Al final de esta calle, se encuentra la Iglesia de Santa María (9) a la que le debemos el nombre de la propia vía. ¿Recordáis que os dije que no hacía falta que subierais a la torre del Ayuntamiento? Pues aquí tenéis la alternativa que os prometí. Tanto la subida a la torre como la entrada al templo son de pago. Al llegar, dirigíos directamente a la taquilla de venta de la entrada a la Torre, ya que, con esta entrada, al bajar, podréis acceder directamente a la nave de la iglesia. Las vistas desde la torre son asombrosas y compensan con creces los 409 escalones que hay para subir (que conste que saberlo no se debe a un trastorno obsesivo compulsivo, sino a que venía escrito en el suelo).

LAS VISTAS DESDE SANTA MARÍA SUPERAN EN ALTURA A LAS DEL AYUNTAMIENTO

En cuanto al interior de la iglesia, os confesamos que a primera vista nos pareció fea (ya veréis porque) pero tiene detalles por los que merece la pena la visita, como el reloj astronómico del siglo XV. Lo curioso de este reloj es que comparte una negra leyenda con el reloj astronómico de Praga y con el de la Plaza San Marco de Venecia. En estos tres relojes, de tres ciudades tan diferentes, se cuenta lo mismo: que a su creador (obviamente una persona diferente en cada caso) lo dejaron ciego para que no pudiera repetir su obra en ninguna otra ciudad, ¿casualidad?

HACER RELOJES ASTROLÓGICOS NO ES UNA PROFESIÓN CON FUTURO

Una vez fuera de la Iglesia nos encaminamos por la calle Piwna hacia uno de los mejores lugares para comer de la ciudad: el Bar Turystyczny (10). Pero primero hablemos de la calle Piwna. ¿Recordáis que os dije que aprenderíamos mucho polaco en estas entradas? Pues he aquí una palabra vital para más de uno: “Piwny”. En polaco se declina, por lo tanto, atentos: si piwny es cerveza, la calle Piwna será literalmente “la calle de la cerveza”. Dicho esto, ya sabéis adonde volver cuando acabéis la ruta.

LA CALLE DE LA CERVEZA, LUGAR IDEAL PARA LAS FOTOS DE BODA

Si llegáis a este punto con hambre no dejéis de parar en el Bar Turystyczny y, si no, seguid un rato y luego volved, porque este restaurante tenéis que probarlo. Se trata de un “bar de leche” (de los que os hablaré en otra entrada porque son una joya para los viajeros low cost), por lo que preparaos para comer comida local y barata. En Gdansk hay otro bar de leche muy famoso: el Bar Neptun, en la propia Calle Larga. Sin embargo, después de probarlos los dos nos decantamos por el de nombre impronunciable, en el que nos dieron mucho mejor trato y probamos platos mucho más ricos.

Nos desviaremos ahora un poco para ver un par de cositas antes de volver a la ribera del río. Por el camino pasamos por delante de algunos edificios singulares como la Torre de San Jacinto o el antiguo edificio del mercado, pero os engañaríamos si os dijéramos que nos detuvimos en ellos.

EL ANTIGUO MERCADO ES EL LUGAR IDEAL PARA TOMAR EL POSTRE

Dónde si que nos detuvimos fue en el Gran Molino (11).  A parte de ser una postal preciosa, este molino se trata de una verdadera obra de ingeniería hidráulica ya que, en el siglo XIV, no sólo se construyó el molino, sino que se creó artificialmente la isla en la que está situado.

UN MOLINO QUE PARECE SACADO DE CUENTO

Muy cerca del molino se encuentra el Museo de Relojes de Torre, situado en la torre de la iglesia de Santa Catalina (12). Se trata de uno de los museos más específicos que conocemos ya que, como su propio nombre indica, está especializado en relojes sí, pero relojes de torre. La verdad es que nos hubiera gustado entrar en el museo, aunque sólo fuera por curiosidad, pero nos acabamos decantando por visitar las diferentes sedes del Museo Marítimo, de las que hablaremos ahora.

Volvemos ahora al río Motlawa para visitar uno de los iconos más famosos de Gdansk: su emblemática Grúa medieval (13). El edificio que se conserva actualmente es de 1444 y fue la grúa portuaria más grande de Europa. Además de servir para embarcar y desembarcar mercancías de los barcos, este edificio sirvió como puerta de la ciudad por vía marítima, por lo que las dos torres de ladrillo que tiene adosadas tuvieron una función defensiva. Actualmente se puede visitar el interior de la grúa, que forma parte del Museo Marítimo Nacional de Gdansk.

VISTAS DE LA GRUA MEDIEVAL DESDE EL BARCO MUSEO SS SOLDEK

El Museo Marítimo también cuenta con otras sedes como los graneros de la isla de Ołowianka, situada en la otra orilla del rio; o el barco museo SS Sołdek. Después de visitar las tres sedes, hemos de confesaros que creemos que con visitar la Grúa es suficiente ya que el resto nos parecieron meras salas de exposiciones.  Nos decepcionó, sobre todo, la visita al barco museo, del que salimos sin saber si quiera que tipo de barco era. Por si os ha entrado la curiosidad de saber de que tipo era, descubrimos a posteriori que se trataba de un carguero de mineral que tiene el honor de ser el primer barco de navegación marítima completado en Polonia.

UNA DE LAS SEDES DEL MUSEO MARÍTIMO ES EL SS SOLDEK

Hasta aquí nuestro primer día de ruta por Gdansk. Podría decirse que ya habíamos aprendido mucho sobre la ciudad, pero la verdad es que aún nos quedaba mucho por descubrir, como su implicación en la Segunda Guerra Mundial o su papel como cuna de la Solidaridad. Así que, ¿que tal si pedimos una “piwny” y nos preparamos para lo siguiente?