Brujas se presenta como una de las ciudades imprescindibles en cualquier ruta por Bélgica y su fama supera a la de otras ciudades también imprescindibles como Gante, Lovaina o Amberes. Si os estáis planteando una escapada corta a Bruselas lo más probable es que estéis buscando una visita de un día desde la capital belga y a pesar de que Gante sería sin duda mi opción favorita, lo más probable es que la elegida sea Brujas. Si estoy en lo cierto seguid leyendo para descubrir qué ver en Brujas en un día.
Uno de los elementos que han dotado a Brujas de su merecida fama son sus canales. Estos canales no sólo han dotado a la ciudad de su apodo de «la Venecia del Norte», sino que también se esconden detrás del origen del nombre de la propia ciudad. Y es que el nombre de la ciudad viene de la palabra en neerlandés brugge, que se traduciría como puente. A lo largo de esta ruta cruzaremos estos puentes en varias ocasiones y si así lo queréis también es posible cruzarlos por debajo en un paseo en barco por los canales de Brujas.
Hecha la mención estrella a los canales de Brujas, empecemos con nuestra ruta por la ciudad. Hemos estado en Bélgica ya en dos ocasiones y en ambos casos nos hemos decantado por el tren como medio de transporte, con lo que empezaremos nuestra ruta en la estación de trenes de la ciudad. Desde aquí nos dirigimos al Parque Minnewater (1), uno de los parques más bonitos de la ciudad.
Os avanzamos que Brujas es un destino ideal para los enamorados y está llena de rincones románticos. Tanto es así que el lago que da nombre a este parque también es conocido como el “Lago del Amor”. Este nombre no le viene dado por ser un rincón perfecto para pasear en pareja, sino que esconde una leyenda romántica, pero bastante trágica. Esta leyenda cuenta la historia de Minna y de cómo su padre, al no aceptar al hombre del que ella estaba enamorada, decide obligarla a casarse con otro. La joven, que no sabía cómo evitar la boda, huye al bosque y para cuando su amado la encuentra, ella ya yace muerta. El apenado joven, llamado Stromberg, decide enterrarla en ese mismo punto e inundar su tumba, creando el lago Minnewater.

Después de pasear por el Parque Minnewater nos dirigimos al Begijnhof o Beaterio de Brujas (2). De camino a este punto puede que os llame la atención la gran cantidad de cisnes que habitan la ciudad, así que permitidme contaros esta leyenda antes de hablaros del beaterio en sí. En 1488 el pueblo de Brujas ejecutó al consejero de Maximiliano de Austria, Pieter Lanchals. Según cuenta la leyenda, al emperador Maximiliano no le sentó nada bien la ofensa y decidió castigar a la ciudad. La familia Lanchals, que literalmente significa “cuello largo”, tenía el cisne como emblema, por lo que el castigo elegido fue obligar a la ciudad a mantener cisnes en sus lagos por toda la eternidad.

Volviendo al beaterio, este complejo de edificios fue fundado en 1245 para acoger a las beguinas de Brujas. Este tipo de complejos, conocidos como beaterios o beguinajes, fueron incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, un argumento más a favor de visitar los diferentes beaterios que encontraréis por el país. Pero, ¿quiénes son las beguinas? Las beguinas eran mujeres que formaban parte de una congregación desligada de la iglesia y dedicaban su vida a ayudar a los más desfavorecidos. Actualmente no quedan beguinas en Flandes, pero en el caso del beaterio de Brujas, este complejo fue reocupado por monjas benedictinas que siguen viviendo allí actualmente. Tened en cuenta que el complejo cierra sus puertas a las seis y media de la tarde, momento en que las monjas se retiran en su interior.
Ahora que ya conocemos quiénes eran las beguinas, nos toca seguir nuestra ruta hasta la Iglesia de Nuestra Señora (3), un templo que alberga la construcción más alta de Brujas. Hablamos concretamente de su campanario. Con sus más de 120 metros de altura, este campanario no sólo es la construcción más alta de la ciudad, sino que es una de las construcciones de ladrillo más altas del mundo. Es posible visitar el interior de la iglesia por unos 7€ (precios en 2022) y una vez en el interior una de las obras más destacadas es la Madonna de Miguel Ángel, una de las pocas esculturas de este artista que existen fuera de Italia.
Tras ver la Iglesia de Nuestra Señora, en nuestro caso solo por fuera, nos dirigimos a uno de los rincones más fotografiados de Brujas, el Puente de San Bonifacio (4). Irónicamente, aunque el ambiente que se respira en este rincón nos traslada al medievo, este es uno de los puentes más modernos de Brujas ya que se remonta únicamente a inicios del siglo XX.

Tras cruzar el puente seguimos nuestro camino pasando por la Plaza de los Curtidores y el Mercado de Pescado (5). A día de hoy esta plaza es un rincón muy agradable para pasear, aunque en el medievo probablemente no apeteciera quedarse tanto por aquí. Y es que, como atestigua el relieve que encontramos en una esquina de la Plaza de los Curtidores, entre el olor resultante del trabajo del cuero y el olor a pescado el ambiente debía estar bastante cargado en esta zona.

En el centro de la Plaza de los Curtidores también puede verse una columna con dos leones sujetando el escudo del gremio. En cuanto a la Plaza del Mercado, a día de hoy ha perdido su función de mercado de pescado y de martes a sábado se concentran aquí diversos puestos de venta de artesanías.
Llega el momento ahora de hablar de dos de las plazas más importantes de la ciudad, empezando por la Plaza Burg (6). Esta plaza es el centro administrativo de la ciudad y en ella se encuentra el Ayuntamiento o Stadhuis; y el Palacio de Justicia. Otro de los edificios que nos encontramos en torno a esta plaza es la Basílica de la Santa Sangre, que está compuesta, en realidad, por dos iglesias, una en cada planta del edificio. En el interior de este templo se guarda la reliquia de la Santa Sangre, un cilindro en el que supuestamente se guardan unas gotas de la sangre de Cristo y al que la iglesia debe su nombre.
La otra gran plaza de la ciudad es la Grote Markt (7), la plaza del mercado. Entre los edificios que rodean esta plaza destaca el campanario de Brujas o Belfort, al que se puede subir para disfrutar de las vistas. Nosotros no hemos llegado a subir. pero algún día esperamos subir sus 366 escalones para deleitarnos con su panorámica de la ciudad. Volviendo a la plaza, en la fachada opuesta al Campanario destacan las casas gremiales de distintos colores, uno de los elementos más icónicos de la ciudad.

Nosotros concluimos aquí nuestra ruta, pero no sin antes invitaros a callejear aún más por Brujas o alejaros un poco del centro en busca de los diferentes molinos que rodean la ciudad. Como veis la ciudad esconde muchas historias interesantes, con lo que si contáis con más tiempo en la ciudad os animamos a hacer algún free tour por el centro para conocer más historias como las que os hemos contado en esta entrada.
Si queréis continuar vuestro viaje a Bélgica con nosotros, no os perdáis nuestra entrada de Un día en Gante o nuestra selección de 20 planes para disfrutar de Bruselas.
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