Es una realidad: ¡en Estocolmo hay muchos museos! Además, esta estadística se eleva en el caso de la isla de Djurgården. Esta isla, que empezó siendo un coto de caza real, se mantiene hoy en día como el pulmón verde de la ciudad y está ocupada casi en su totalidad por parques y bosques. Además del entorno natural, Djurgården incluye otros atractivos entre los que se cuentan algunos de los museos más importantes de Estocolmo, como el Nordiska Musset, Skansen o el Museo Vasa.
Pasemos a los datos prácticos antes de comentar los museos a los que nos dio tiempo a entrar (Skansen y el Vasa). Existen, principalmente, dos formas de llegar a la isla y os recomendamos que las uséis ambas (una para la ida y otra para la vuelta, claro). Nosotros empleamos el ferry para ir y el Tranvía nº 7 para volver, pero podéis hacerlo a la inversa si queréis.
- El ferry sale de la isla de Gamla Stan y os deja justo al lado del parque de atracciones Gröna Lund. El trayecto dura unos 15 minutos y ofrece muy buenas vistas. Además, se trata de un ferry no turístico por lo que el precio del billete está incluido si habéis comprado algún tipo de abono de transporte (nosotros lo hicimos).
Vistas del Gröna Lund desde el ferry
- El Tranvía nº 7 es un tranvía histórico que pasa por varios sitios turísticos, por lo que no sólo os trasportarán dentro o fuera de la isla, sino que os permitirá viajar en el tiempo. Esta línea también es realizada por tranvías modernos, pero la gracia es coger el histórico (aunque haya que esperarlo un poco más). Además, tiene coche-bar por lo que podéis aprovechar para tomaros un café.
Ahora sí que sí, centrémonos en los museos:
Skansen: un museo al aire libre
Skansen es una parada obligatoria para todo aquel que viaje a Suecia. Este museo al aire libre, el primero del mundo, fue fundado en 1891 por Artur Hazelius, fundador también del Nordiska Musset. Consciente del peligro de que desapareciese la cultura popular sueca con la expansión de la industrialización, Artur Hazelius dedicó su vida a recopilar la cultura material que evidenciaba el folklore sueco, incluyendo edificios enteros que desplazó a Estocolmo para crear Skansen. Pero aquí no acaba la cosa, Skansen aún tiene más que ofrecernos.
Como hemos anunciado, partimos de la base de que un señor desmontó y trasportó alrededor de 150 edificios de toda Suecia y los colocó en una superficie de 300.000 m2. Esto ya sería digno de una visita, pero hay más. Todas estas casas, granjas y establecimientos buscan evidenciar la vida de diversas clases sociales en distintas épocas y regiones así que ¿qué mejor manera de hacer esto que dotándolas de vida? Dentro de las casas y paseando por las calles encontraremos diversos personajes que nos contarán todo lo que queramos saber sobre la época en la que vivieron. Para esto no dudéis en acercaros y preguntarles que hacen o qué es ese utensilio que tienen sobre la mesa. Las conversaciones con ellos no os dejarán indiferentes y os revelarán detalles que no podréis olvidar. ¡Mucho mejor que un libro de historia!
Os recomiendo que hagáis una parada técnica en la panadería o en la cafetería de época que encontraréis en el área urbana recreada en el parque. No es necesario que os indique donde están, dejaros guiar por vuestro olfato. Los productos de pastelería son elaborados en el propio museo y este es un muy buen momento (si es que aún no lo habéis hecho) para probar los “kanelbullar”, los famosos bollos de canela suecos.
Además del área urbana y de las diferentes granjas y fincas repartidas por la superficie del museo, Skansen cuenta con un parque zoológico en el que están representadas especies escandinavas: lobos, osos, alces, bisontes… aunque está no es toda la fauna que podremos encontrar en el parque. Existen, también, diversas especies domésticas que vagan libremente por el lugar: que no os sorprenda encontraros algún huevo de gallina en los bordes del camino o que un adorable pavo real intente comerse vuestro bocadillo (ambas experiencias son verídicas).
Sorpresa de las gallinas de Skansen
Museo Vasa: el Titanic sueco
Si después de visitar Estocolmo el Titanic sigue siendo el único barco que conocéis que se hundiera en su viaje inaugural es que os perdisteis una de las joyas de la ciudad: el Museo Vasa.
El Vasa es un buque de guerra que el mismo día que zarpaba de Estocolmo después de su construcción, el 10 de agosto de 1628, se hundió irremediablemente, quedando olvidado en el océano hasta su descubrimiento 333 años después. Pero lo que realmente motiva la visita al museo no es el trágico desenlace de este navío, sino su estado de conservación: a día de hoy este barco mantiene el 98 % de su estructura original y es el único barco del siglo XVII que ha sobrevivido hasta nuestros días.
La proa del Vasa (siento la columna, no quería apartarse)
Ahora que os he convencido para que vayáis os estaréis preguntar cómo llegar. Pues muy fácil: para empezar, está al lado del Nordiska Museet y, por si eso no fuera indicación suficiente, ¡es un edificio con mástiles! Otra cosa a tener en cuenta es que llevéis con vosotros unos auriculares y el móvil bien cargado porque os recomiendo que escuchéis la audio-guía (es gratuita si la oís desde vuestro propio teléfono y está en español).
Hasta aquí los museos que nos dio tiempo a visitar en nuestro primer viaje a la ciudad. Nos quedamos con ganas de visitar otros muchos, no sólo en la isla sino en general en Estocolmo como el Nordiska Museet, el Junibacken (dedicado a las historias de la creadora de Pippi Långstrump), el Museo Nobel o incluso el museo dedicado a ABBA. ¡Aceptamos recomendaciones para la próxima visita!
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